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¿Qué aprendimos de Star Wars?

Lo más impresionante de George Lucas es que logró una fortuna a partir de sólo una cláusula de su contrato como director de Star Wars.

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El Skywalker Ranch no se compró solo. Mejor, esa plata no llegó de un día para otro luego del estreno de Star Wars. La grandeza de George Lucas, en realidad recae en haber negociado una cláusula correcta dentro de de su contrato de dirección de la saga Star Wars.

El mito es el siguiente: Hace mucho tiempo en una galaxia muy muy lejana George Lucas accedió a cortar su remuneración por mitad como director de Star Wars con tal de ser el dueño de los derechos de merchandising y derivados de la película.

[Leer artículo: ¿Qué se le revisa a un contrato?]

En retrospectiva, esa negociación le permitió recibir millones de dólares en todas la figuras, juegos de video, ropa, novelas, comics, licencias y demás derivados.

En estricto orden Star Wars en una película. Por su aceptación y tracción es además de eso un universo que puede ser explotado de muchas maneras.

Las obras son pequeños pedazos individualizados de lo que hacen los autores; el autor es el titular de esa pequeña obra y también tiene la potestad exclusiva de adaptarla. De cambiarla de lenguaje. De convertirla en algo más si así lo quiere.

[Leer artículo: Negociación a 4 puntas: tiempo, territorio, uso y ventana.]

Star Wars es el ejemplo de un gran producto con múltiples usos adicionales e infinitas posibilidades de adaptación. Sorprende que no hayan producido un musical de gran formato en Broadway (aún).

Segundo usos como Star Wars

Los segundos usos son todas esas posibilidades que desbordan la obra original. Las muchas otras maneras en las que se puede explotar la obra. Los ejemplos no paran de las novelas que se convierten en las películas.

Eso es aprovechar el derecho patrimonial de adaptación.

Y actualmente las adaptaciones vuelan desde y hacia todos los lenguajes artísticos.

Por ejemplo, Infinity Blade, que es una aplicación para móviles que pasó a ser una novela.

Inifinty Blade

O cosas más absurdas como Emoji… The Movie.

Todos quisiéramos que nuestros proyectos lleguen lejos. Que puedan crecer mucho más allá del potencial que creemos que tienen.

Una vía es explotar el derecho de adaptación. Evidenciar cuáles pueden ser los segundos usos que puede tener esa obra, pensar ¿de qué otras formas puede expresarse esa misma obra.