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Originalidad, homenajes y sangre, mucha sangre. En el cine.

Hay muy pocos directores que hayan marcado la cultura Pop de finales del siglo XX y lo que va del siglo XXI como Quentin Tarantino. Sin embargo, su obra está tan llena de referencias a otras películas como de escenas violentas.

El debate sobre el permanente uso de referencias de diversos directores, y autores de todas las artes en general, siempre deja en tela de juicio el concepto de creación original que se plantea en la comunidad que consume arte. Las críticas dirigidas a señalar “plagios” o “copias” es permanente en la industria, para no ver tan lejos, tenemos lo sucedido en los Oscar de 2018 donde se le acusaba a Guillermo del Toro de plagiar “la criatura del lago negro”, una película clásica del género del cine negro de 1954, o, a tal punto, de haberse plagiado a sí mismo en el diseño de Abraham Sapiens en HellBoy; y esta historia se ha repetido miles de veces en la historia del arte. Abordar la discusión a nivel general es sumamente complicado, y podría terminar yéndome por las ramas al intentar explicar diversos temas, por ello, y con el fin de facilitar el manejo del tema, opté por tomar a uno de los mayores melómanos del cine y uno de los directores más conocidos de la actualidad: Quentin Tarantino.

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La historia de Tarantino es una de película, iniciando desde joven en la actuación teatral y pasando como empleado en un videoclub, que terminaría convirtiendo en un centro cultural hacia el cine, demostraría desde muy temprana edad su pasión por el cine y el dramatismo, que más adelante vendría a rendir frutos en su primer largometraje “Reservoir Dogs” en 1992.

Su primera cinta pisaría bien duro, y más adelante se concretaría como gran director con varios largometrajes que definieron parte del cine moderno, demostrando su estilo por fuera del marco de la teoría clásica del cine, donde Hitchcock enfatizaba el principio de “no hables, muestra”, con largos diálogos que más que aburrir definían la personalidad de sus personajes, otra de las características de Tarantino es su extrema violencia y maravilloso trabajo en escenas perfectamente sangrientas, y por último su popurrí de referencias a otros directores o películas de nicho que prácticamente nadie conocía. En esta primera entrega se puede observar referencias a Taxi Driver, de Scorsese hacia el occidente, o a viejos western como “Django”, de Sergio Corbucci, y en el oriente a películas policiacas como “City on fire”, de Ringo Lam, y así más referencias tan solo en su primera entrega.

¿Lo que anteriormente mencionamos afecta la originalidad de las cintas de Tarantino?

Todo lo contrario, poco a poco se ha venido posicionando como uno de los directores más importantes de Hollywood y con producciones que transpiran carisma. El sello de Tarantino es su historia y su forma de hacer cine partiendo de cientos de referencias y creatividad. Su capacidad de apropiarse de herramientas que aprendió de otros directores es magistral, y mucho más su capacidad de hacer de sus gustos fenómenos virales aclamados por todo estilo de públicos.

Bajo el yugo de la costumbre implantada por la academia del derecho, la definición de originalidad a la que recurriré será la de la RAE, que la define como “Dicho de una obra científicaartísticaliteraria o de cualquier otro géneroQue resulta de la inventiva de su autor”, partiendo de esto se puede entender que la originalidad reza de la obra en completo, entendida como un objeto complejo, no de caracteres sueltos por ahí. Las películas de Tarantino rinde constantes homenajes a sus maestros, del mismo modo que todo autor tiene en sí mismo conocimientos referenciales que hacen más rica su obra, y, a pesar de ello, es indiscutible la distinción de estilo del que goza Tarantino, haciendo de sus referencias un singular compilado de tributos sin la necesidad de recurrir más de una vez a uno de ellos, esto enriquece por completo su obra y da fe de su creación hecha, no por un académico del cine como Hitchcock o Aronofsky, sino como un fanático de obras escondidas, es cine hecho por un cinéfilo, con todo y guiños incluidos.

Por una vez la definición de la RAE es útil, y con ello llego a mi conclusión, no tan solo centrada en el gran, mandíbula de diamante, Quentin Tarantino, sino en todas las obras producidas por todos los artistas. La originalidad no reza de la pureza, o gran creación que parte del vacío más vacío, sino de la expresión propia del autor en su obra. La referencialidad es capaz de nutrir y hasta componer la obra, somos testigos de ello, ciudadanos del siglo XXI, con artistas como Andy Warhol o Damien Chazelle.

Muy bien lo decía Picasso “Los grandes artistas copian, los genios roban”, transforman, manipulan, desordenan, recrean, se apropian y crean arte.