Mientras todos tememos que nuestro puesto de trabajo puede ser reemplazado por un robot… hay robots que pintan nuevos cuadros de Rembrandt.
Ya hay oficinas de abogados que están reemplazando su planta de personal por robots que revisan referencias jurisprudenciales y Wired publicó en febrero de este año un artículo redactado por robots.
Una muestra más de la larga fila de debates acerca de la autoría de máquinas creando nuevos contenidos.
Pero… ¿y si crearan algo nuevo de algo viejo? ¿algo tan familiar que no fuera nuevo del todo?
En algún momento pensé que era conveniente leer autores muertos, para saber de sobra que su obra está completa —y así no tener que esperar diez años para que Jonathan Safran Foer o George R.R.R. Martin terminen una novela—.
Para romper eso, un equipo de investigación de la universidad de TuDelf, Países Bajos, se puso el reto de enseñarle a un robot a pintar un Rembrant. Analizaron todos los retratos que pintó Rembrant. Las medidas de las caras, las poses, el relieve de las manchas. Decidieron el tema, la pose; dejaron que el software decidiera los colores y el relieve. Le dieron la orden a una impresora 3D e imprimieron un Rembrant. Un Rembrant recargado.
¿Son cuadros de Rembrandt o cuadros a lo Rembrandt?
La pregunta que me surge del Rembrandt recargado es: ¿Cómo definimos autoría?
En el mundo ideal que pinta el derecho, la autoría se define al identificar quién realizó la obra y ésta se protege si es original.
No importa si la obra es buena, solo importa que exista y que un humano la haya hecho.
El Rembrandt recargado es una cachetada a todas esas afirmaciones.
La intervención humana tiene que ver con el análisis y el software que crearon para obtener la información e “imprimir” el Rembrandt recargado.
Pero la creación es un poco más que la existencia de la obra. Para la creación también es importante la originalidad.
La originalidad en la práctica se aleja de la perfección que busca pintar el Derecho; en la que exige que la obra refleje la impronta de su autor.
A eso le llama orginalidad. A la simbiosis en la que podemos ver la obra del autor, y en esta veamos reflejado a su creador.
El Rembrandt recargado echa ese concepto de originalidad a la basura. Al ver la nueva obra vemos a Rembrandt, vemos a su autor, al que creemos que es su autor, sus trazos, sus figuras, vemos la originalidad de Rembrandt. El equipo humano que desarrolló el software son la trasescena de la grandeza del pintor. Una especie de artesanos que dan vida a la obra del artista/autor.
Rembrant fue (y sigue siendo) uno de los pintores de retatos más importantes de la historia del arte.
Ahora un algoritmo sabe hacer lo que solo él podía hacer.
Si ni Rembrant se escapa. Nadie se escapa.
¿Acaso lo que viene es un algoritmo para la creatividad?
PD: El el programa de Netflix, “Bill Nye Saves The World” (S01E03) hicieron una nota del Rembrandt recargado; y la máquina es impresionante.