Para la efectiva explotación de una película lo mejor siempre es tener claro quién es dueño de esta. Dejarlo al azar no es la mejor idea, es mejor que todo quede por escrito en un acuerdo o contrato, pues en caso contrario la ley ha dicho que se entendería que el “dueño” es el productor.
Cuando se producen videos, películas o cortometrajes entre amigos muchas veces se espera tener la obra audiovisual lista para determinar quién es el “dueño” o cómo se va a vender o explotar. Se usa el argumento “como somos amigos no hay problema, la obra es de todos por igual”. Pero la pregunta es, ¿si es de todos por igual?
Toda mi vida he leído, el presupuesto de menor de edad y de estudiante nunca alcanzó para mucho, pero siempre hay medios. Sin embargo, al pasar los años aprendí a moverme por el mercado, saber dónde buscar, a quién preguntar, y darme cuenta de que la piratería no es una opción.
Lo principal es leer, consumir tanta literatura cómo sea posible, pero una idea que no hay que olvidar es que los autores, a pesar de buscar reconocimiento, también buscan comida, ya que, a pesar de algunos ser unos genios, necesitan comer y su negocio es su arte, la idea no es robarlos porque amamos el arte. En torno a esto, lanzo directamente el primer mensaje: NO COMPREN LIBROS PIRATAS.
Cualquiera creería que los libros que se venden en nombre de alguien significarían un número considerable de dinero para ese “alguien”, pues no, el porcentaje para el escritor es ínfimo, el promedio mundial en las editoriales ronda el 10% para el autor. Solo para dimensionar la situación que suelen vivir los escritores quisiera recordar una historia de Gabo, donde, en una de sus tantas entrevistas, mencionaba que su esposa días antes al envío de “cien años de soledad” a la editorial había tenido que empeñar su maquina de costura para poder pagar la renta, y aun así no alcanzó el dinero.
Todos los proyectos (artísticos o no) llegan a un punto en el que hay que preguntarse: ¿y cómo vamos a pagar por eso?. Para eso hay que responder ¿cuáles son las fuentes de ingreso posibles del proyecto artístico?
La tendencia dentro de los proyectos culturales es a preocuparse más en cómo se van a gastar la plata que cómo van a recuperarla. Por supuesto, la gastamos en nombre del arte, para crear cosas que nadie ha visto antes, experiencias que van a conmover a muchos. Eso está bien. Pero la gastamos. Y deberíamos recuperarla.
El ejercicio más consciente y planeado debe ser de doble vía. Es tan importante cuánto vamos a invertir, como las maneras en las que pensamos recuperar esa inversión. Los ingresos del proyecto.
La regla es más sencilla, y más fácil de escribir que cumplirla:
No podemos gastarnos más de lo que recibimos. (Aplica para todo)
En el mundo ideal nadie pierde plata. En el mundo real… pasa más de lo que uno quisiera. Porque lo normal es gastarla antes de recibirla, y recibirla es solo una expectativa. Se pierde mucho dinero en la cultura; así como se pierden amistades y vínculos comerciales y profesionales por ese camino.
Sí. En las artes, la cultura y el entretenimiento se pueden mover miles de millones en una transacción; pero recibir millones no significa que estén ganando mucho (el resultado final puede ser de pérdidas millonarias) o que sea algo sencillo o fortuito (rara vez las ganancias son sólo el fruto de un chispazo de suerte).
Las fuentes de ingreso deben estar identificadas y debemos tener control sobre ellas.
Un concierto es mucho más que canciones. Hay que cantarlas bien y tener el repertorio ensayado. Pero el aspecto coreográfico, al diseñar la puesta en escena de un concierto, no se puede dejar de lado.
Una puesta en escena se puede diseñar en muchos niveles. En cuanto más atención pide y reclama del público, más elementos entran a jugar en la puesta en escena. Esos elementos cambian dependiendo del género musical que se esté presentando y no es necesario utilizarlos todos al tiempo. Por eso creo que son niveles. El trabajo de diseñar una puesta en escena va escalando.
Es interesante analizar los espectáculos en vivo de todos los calibres. Desde los recitales íntimos, entre 20 y 60 personas, hasta los conciertos de multitudes (de 800 personas en adelante, por decir cualquier número).
Este listado es para darle una guía a los artistas que están configurando su show en vivo. O esos que han llegado hasta cierto nivel y se preguntan cuál podría ser el siguiente paso. Cada uno debe darse a su tiempo. Cada nivel se va adquiriendo cuando el proyecto, el espectáculo y el público necesitan de un poco más para seguir creciendo.
Insisto, no todos los proyectos necesitan de todos estos elementos; he disfrutando conciertos de cantautores con 400 personas en el público, armados solamente con su guitarra. Nada más. Su genialidad quizás era hacer parecer que todos estos elementos se vieran como algo dado, sin esfuerzo, como que no los pensó nadie. La realidad es que su propuesta de valor artístico estaba perfectamente alineada con lo que estaba en el escenario; nos prometió canciones hermosas, de letra intrincada, íntimas, que fueran el centro de atención. Para eso no necesitaba más que su guitarra (y su magnífica interpretación).
La realidad es que un espectáculo está diseñado. Sigue una coreografía que muchos ni se enteran que existe.
[Advertencia amigable: este artículo es de referencia y puede tomar hasta 15 minutos leerlo completo; esperamos que lo disfruten.]
Muchos grupos que conozco lo que hacen es grabar y ya, así no más. Sin hacer nada. Siguiendo esta lista:
– No pedir permiso
– Graban porque me gusta esa canción
– Nunca retribuir al compositor o la compositora (o grupo de compositores)
– Invertir $0 en permisos
Fácil, ¿no?
En principio es fácil, pero no deja de ser ilegal.
La mayoría de usuarios de Internet tiene la pésima costumbre de actuar bajo la regla de “es mejor pedir perdón que pedir permiso”.
El lío, es que en términos de propiedad intelectual, siempre es mejor pedir permiso, no solo pedir perdón.
Incluso, siempre se debe pedir permiso.
Ese precio $0 por no permiso se puede convertir en un dolor de cabeza: demandas, abogados, daños, perjuicios, papeleo, gastritis colectiva…
La buena noticia es que se puede pagar lo mismo (osea nada, $0)* y hacer un cover legal; y de paso ahorrarse los dolores de cabeza.
Hacer covers en YouTube para llamar la atención está bien… ¿pero no sería mejor poder además distribuirlos en plataformas digitales y vender esas interpretaciones propias?
*Aunque depende de qué editora administre el catálogo (más de eso más adelante).