El momento de inspiración. La musa. Toda esa sarta de mentiras que decimos para llamarle al trabajo creativo.
Los libros derechos de autor inician con un capítulo rosa, tratando de explicar qué es el momento de inspiración. Lo hacen en términos de abogado, que apastelados, suenan como algo relativo a las artes.
A ese momento, le atribuyen poderes casi mágicos, cuando el autor logra salir de su estado hipnótico de extremo narcisismo y de dudas que lo carcomen y saca una obra. Cualquiera. Una creación intelectual.
El lío es la incapacidad del derecho para describir este momento; y paradójicamente la igual incapacidad de las artes para describirlo.
Al derecho de autor la inspiración no le debería valer nada.
Si no le da valor al mérito artístico, tampoco debería otorgarle ninguno a la causa próxima de la obra.