Un concierto es mucho más que canciones. Hay que cantarlas bien y tener el repertorio ensayado. Pero el aspecto coreográfico, al diseñar la puesta en escena de un concierto, no se puede dejar de lado.
Una puesta en escena se puede diseñar en muchos niveles. En cuanto más atención pide y reclama del público, más elementos entran a jugar en la puesta en escena. Esos elementos cambian dependiendo del género musical que se esté presentando y no es necesario utilizarlos todos al tiempo. Por eso creo que son niveles. El trabajo de diseñar una puesta en escena va escalando.
Es interesante analizar los espectáculos en vivo de todos los calibres. Desde los recitales íntimos, entre 20 y 60 personas, hasta los conciertos de multitudes (de 800 personas en adelante, por decir cualquier número).
Este listado es para darle una guía a los artistas que están configurando su show en vivo. O esos que han llegado hasta cierto nivel y se preguntan cuál podría ser el siguiente paso. Cada uno debe darse a su tiempo. Cada nivel se va adquiriendo cuando el proyecto, el espectáculo y el público necesitan de un poco más para seguir creciendo.
Insisto, no todos los proyectos necesitan de todos estos elementos; he disfrutando conciertos de cantautores con 400 personas en el público, armados solamente con su guitarra. Nada más. Su genialidad quizás era hacer parecer que todos estos elementos se vieran como algo dado, sin esfuerzo, como que no los pensó nadie. La realidad es que su propuesta de valor artístico estaba perfectamente alineada con lo que estaba en el escenario; nos prometió canciones hermosas, de letra intrincada, íntimas, que fueran el centro de atención. Para eso no necesitaba más que su guitarra (y su magnífica interpretación).
La realidad es que un espectáculo está diseñado. Sigue una coreografía que muchos ni se enteran que existe.
[Advertencia amigable: este artículo es de referencia y puede tomar hasta 15 minutos leerlo completo; esperamos que lo disfruten.]